27 de febrero de 2008

Hotel Monterrey de Huacalera, Provincia de Jujuy


Próximamente, la historia de este hotel.

Hotel Melincué, Provincia de Santa Fe



Próximamente, la historia de este hotel.

Hotel El Sosneado, en Mendoza


Próximamente, la desconocida historia de este hotel.

Hotel Viena, en Mar Chiquita, Córdoba


Próximamante, la apasionante y extraña historia de este hotel.

26 de febrero de 2008

El hotel Villavicencio, en Mendoza

Tal vez sea la imagen del frente de este hotel, la más conocida entre todas aquellas de las que nos ocupamos en este blog.
Hace muchos años que la botella de agua mineral que lleva su nombre ilustra su etiqueta con, justamente, una imagen cuyo centro está ocupado por el antiguo hotel Villavicencio.
Pocos saben, sin embargo, que ese lujoso edificio de estilo normando hace hoy casi treinta años que está abandonado y que es protagonista de una historia que, estoy seguro, vale la pena conocer.


El hotel está construido en un lugar muy especial.
Según cuentan algunos, los pueblos precolombinos conocían y usaban las aguas termales que surgen en la zona y una de las columnas del mismísimo ejército sanmartiniano utilizó el "paso Villavicencio" en su tan mentado cruce de los andes.



Los famosos "caracoles de villavicencio", que el ejército de San Martín debió sortear


La construcción del hotel comenzó en el año 1934 y fue finalmente inaugurado en 1940. A partir de ese año funcionó ininterrumpidamente hasta el año 1978, en que sirvió para alojar a parte de los miles de turistas que se acercaron a Mendoza por ser esta ciudad una de las subsedes del mudial de fútbol que se disputó en nuestro país.
Luego, el abandono.




Una vieja postal de villavicencio


Cuentan los que pudieron entrar que el estado en que se encuentra es el esperable para un edificio de esta magnitud al que nadie le ha prestado atención durante tanto tiempo: paredes rajadas, escaleras desvencijadas, muebles apolillados, mugre, desolación ,silencio.
Enormes y lujosas arañas de madera, relatan, aun cuelgan del enorme salón de fiestas que alguna vez supo de bailes y conciertos.
Es que en sus épocas de esplendor, el viejo Hotel Termas de Villavicencio supo ofrecer a los turistas un entorno de lujo y confort en medio de un paisaje embriagante.
Los casi 1800 metros de altura a los que se encuentra la fuente de agua termal son garantía, además, de un aire límpido y puro como en pocas partes del mundo puede encontrarse.



La etiqueta del agua que reproduce el frente del hotel


Hoy, la empresa Danone, dueña del hotel, lo ha cedido en comodato a otra empresa, especializada en la construcción de hoteles de lujo y aseguran que durante este año 2008,remozado y ampliado, volverán a abrir sus puertas.
Los viejos fantasmas, que después de tres décadas de paz ya habían comenzado a sentirse como en su casa, deberán buscar otro alojamiento.



Algunas imágenes actuales

























Créditos:

Algunas imágenes, algunos textos y gran parte de la información publicada en esta entrada los encontré en los siguientes sitios:

http://www.earchivo.mendoza.gov.ar/todo.php?idnota=1016
http://www.mendozacuyo.com.ar/hotel_villavicencio.html
http://www.flickr.com/photos/guslight/388265613/in/set-72157594363726081/
http://psychoferspace.blogspot.com/2007/09/mendoza.html
http://www.villavicencio.com.ar


Si el o los autores de los mismos consideran que he violado su derecho de propiedad, no tienen más que comunicarse conmigo para pedir su remoción de este blog.

25 de febrero de 2008

El Viejo Hotel Ostende




El Viejo Hotel Ostende tal vez no debería estar incluido en este listado de hoteles fantasma, porque hasta el día de hoy sus puertas siguen abiertas y sus instalaciones en actividad, pero son tantas las historias que se han tejido a su alrededor que creemos que merece que nos detengamos en él un instante.
Es sabido que los hoteles ejercen una rara fascinación en la mente de muchos escritores, que a menudo los eligen como escenario de sus historias, y tal vez sea éste, el Viejo Hotel Ostende el que pueda vanagloriarse de ser el más "literario" de los hoteles argentinos.

Sin ir más lejos, bastará con decir que nada menos que Antoine de Saint-Exupéry -el autor de El Principito, se alojó en una de sus habitaciones...



Como la mayoría de los hoteles fantasma de nuestro país, la historia del Viejo Hotel Ostende comienza allá por 1913.
Por esos años, un grupo de empresarios belgas decide instalar un balneario en esas desoladas playas bonaerenses y lo bautizan con el nombre de una de las ciudades de su tierra natal: Ostende.
El incipiente balneario, con algunos detalles de elegante sofisticación, ofrecía a los aventurados visitantes algo más que playas, mar, sol y descanso: la irreverente movilidad de las dunas del lugar, que tenían la costumbre de cambiar intempestivamente de sitio, provocaba cierto sabor de aventura, de incertidumbre y de divertida exoticidad.





Una elegante turista posa ante el edificio del hotel



Contaba don Carlos Gesell que, en 1931, al llegar por primera vez a Ostende, tuvo que ingresar al primer piso del edificio del hotel por una pasarela de tablones, ya que la arena tapaba completamente la planta baja y los alrededores, aunque, pese a ello, el hotel seguía funcionando... Las crónicas de los visitantes cuentan cuántas veces tenían que salir o entrar por las ventanas, lo que añadía un toque de diversión a la estadía, sobre todo para los niños.


Una antigua imagen del salón comedor


Entre las leyendas que circulan acerca de la historia del viejo hotel, una de las más difundidas es la que indica que fue en un papel con membrete del hotel que Antoine de Saint-Exupéry escribió sus primeros textos durante sus dos veranos en la Argentina, hospedado en la habitación 51 de la torre, hoy recreada tal como la dejó el escritor.
Las paredes del bar albergan las copias facsimilares de los bocetos de su obra El principito y una añeja vitrina presenta las ediciones de sus obras.




Antoine de Saint-Exupéry


Enclavado entre las dunas y el mar, el hotel fue acumulando historias e inspiró otras nuevas historias. Adolfo Bioy Casares y Silvina Ocampo escribieron la novela policial "Los que aman, odian", cuya trama de misteriosos asesinatos transcurre en el hotel sitiado por las tormentas de arena.






Adolfo Bioy Casares y Silvina Ocampo


Portada de la novela"Los que aman, odian", cuya trama transcurre entre los pasillos del hotel


"El edificio, blanco y moderno, me pareció pintorescamente enclavado
en la arena: como un buque en el mar, o un oasis en el desierto. La falta de
árboles estaba compensada por unas manchas verdes caprichosamente
distribuidas - dientes de león, que parecían avanzar como
un reptil múltiple, y rumorosas estavas de tamarisco-. Hacia el
fondo del paisaje había dos o tres casas y alguna choza"

Fragmento de "Los que aman, odian"



En la actualidad, aunque se la hen adosado algunas construcciones que desvitúan en parte su diseño original, el antiguo edificio se mantiene en pie, funcionando y en buenas condiciones.
No faltan, sin embargo, quienes creen adivinar en el silencio de sus pasillos o en la añosa arboleda de su parque, la invisible presencia de los fantasmas que, aseguran, habitan en los viejos hoteles de los caminos argentinos.




Algunas imágenes actuales del "Viejo Hotel Ostende"


























Créditos:


Algunas imágenes, algunos textos y gran parte de la información publicada en esta entrada los encontré en el sitio oficial del
Viejo Hotel Ostende. Si los propietarios del mismo consideran que he violado su derecho de propiedad, no tienen más que comunicarse conmigo para pedir su remoción de este blog.

24 de febrero de 2008

El Boulevard Atlántico de Mar del Sur



El viejo hotel Boulevard Atlántico de la pequeña ciudad costera de Mar del Sur es el dueño de una de las historias más apasionantes entre todas aquellas protagonizadas por hoteles abandonados...
Un pujante y sofisticado balneario que nunca llegó a existir, un debut como depósito de cadáveres antes que como hotel de pasajeros, crisis ecónómicas, quiebras y remates...
Pasen, por favor.
Las puertas de Boulevard Atlántico están abiertas de par en par...
Esta es su historia.




Hacia finales del siglo XIX, cuando Mar del Plata, fundada apenas un par de décadas antes, ya se vislumbraba como un sofisticado reducto de las clases más acomodadadas del país, un grupo de empresarios argentinos tuvo la idea de construir un nuevo balneario en la costa atlántica.
Con este fin contrataron a un grupo de ingenieros alemanes para que estudiaran la zona costera y eligieran "las mejores playas del país".
El lugar elegido fue el actual Mar del Sur, en el partido de General Alvarado, unos pocos kilómetros más al sur de la ciudad de Mar del Plata.
La primera obra del pueblo fue el fastuoso e imponente hotel Boulevard Atlántico que se erigió entre médanos y pastizales como una especie de anticipo del lujo y la sofisticación que caracterizarían, el menos en los planes, al nuevo balneario.
Pero las cosas se complicaron: la feroz crisis ecónomica de 1890 provocó la quiebra del grupo inversor y las obras quedaron paralizadas.
El proyecto quedó en el olvido y el hotel, sin pasajeros ni personal.
Curiosamente, los únicos cuerpos humanos que ingresaron al edificio, no eran precisamente de turistas veraniegos.
La cosa, según se cuenta, fue así: en 1891, por razones no del todo claras, un grupo de inmigrantes judíos fue trasladado transitoriamente a Mar del Sud.
El obrador del hotel había sido más o menos acomodado para el alojamiento del desconcertado grupo, que se instaló como pudo en la precaria construcción. Pero la suerte insistía en ser esquiva.
Un furibundo tornado azotó esa misma noche la zona, devastando las frágiles instalaciones y causando la muerte de algunos de los recién llegados. La tormenta duró una semana, y hasta tanto tomó conocimiento la autoridad competente, los cadáveres fueron depositados en el sótano que aún existe bajo el comedor del hotel. Las víctimas fueron luego enterradas en las barrancas del arroyo La Tigra, distante unos 200 metros.
El hotel fue posteriormente rematado, y sus adquirentes decidieron habilitarlo como tal en 1904. Finalmente, en esos años ingresaron los primeros turistas que se componía, principalmente, de empleados jerárquicos del ferrocarril y de familias que poseían campos en la zona. El acceso era difícil -hoy casi podríamos verlo como turismo aventura-, el clima salvaje, y afuera del hotel (y adentro también, suponemos), las posibilidades de diversión eran modestas: algunos juegos de salón, cancha de bochas, cabalgatas, cacerías de perdices, caminatas por los médanos y, desde luego, aire, sol y mar.
Para los intrépidos bañistas, el establecimiento había dispuesto la construcción de casillas de madera en la playa, para calzarse los trajes de baño de lana y volver a vestirse como corresponde para pasar al comedor del hotel.
¿El menú? Fiambre, sopa, plato principal, segundo plato, postre y café.
Por la noche, la vestimenta era más formal aún.
A pesar de las pretensiones iniciales, el ambiente no podía compararse con el incesante y competitivo desfile de modas marplatense, pero al menos mantenía un buen tono que nadie osaba alterar.







Una panorámica actual de la recepción del hotel



Durante muchos años, el hotel Boulevard Atlántico se constituyó en algo así como un secreto del que no podía participar cualquiera.
Mar del Sud, el refinado balneario proyectado por aquellos empresarios, finalmente surgió en los alrededores del hotel.
De a poco fue creciendo, hubo almacenes y bares poblados, al principio, por una clientela mitad paisana y mitad veraniega. Luego llegó la luz eléctrica, la iglesia, se hizo el bulevar legendario, y brotaron hosterías, hoteles, restaurantes y locutorios.
El hotel siguió funcionando.






El frente, hoy




Cuantan quienes han tenido el privilegio de dormir en sus habitaciones, que sus camas eran blancas, de hierro y que los cortes de luz eran demasiado frecuentes.
Hablan también de patios circundados de galerías de baranda enrejada y adornados con señoriales palmeras (que hoy, a bastante más de 100 años, todavía subsisten)











Vistas actuales del patio interno y las palmeras



Muchos nos han hablado de Albertina, la elegante señora que vivió sus últimos años en el hotel, y que solía alegrar las veladas tocando valses en el piano del salón principal. Quienes la conocieron la describen acompañada de una infaltable sombrilla blanca y cuentan que solía instalarse en algún rincón del hotel para adivinar la suerte de quienes se le acercaran.
Albertina, como no podía ser de otra manera, murió dentro de las paredes del hotel.
Hoy el hotel ya no funciona como tal.
En 1993 un incendio afectó parte de su cocina y ese fue el golpe de gracia que marcó el cierre definitivo de sus puertas.
Su actual dueño está empeñado en evitar su desaparición, aunque sabe que es más que probable que nunca más esa enorme mole vuelva a cobijar a pasajero alguno.
Parece condenado a ser, durante lo que le quede de vida, apenas uno más de los hoteles fantasma de los caminos argentinos...



Algunas vistas actuales del frente del hotel










Créditos:


Algunas imágenes, algunos textos y gran parte de la información publicada en esta entrada los encontré en los siguientes sitios:


http://www.ayudatareas.com.ar/noticias/23/archivo-w2490.shtml
http://mardelsud.wordpress.com/2006/03/27/un-hotel-glamoroso-convertido-en-mito/
http://www.geocities.com/capitolhill/lobby/5313/indice.htm#en%20Mar%20del%20Sud

Si el o los autores de los mismos considera/n que he violado su derecho de propiedad, no tiene/n más que comunicarse conmigo para pedir su remoción de este blog.

23 de febrero de 2008

El Hotel Edén, en La Falda, Córdoba.

Sin ninguna duda, el más famoso de los hoteles fantasma es el popular Hotel Edén, ubicado en la ciudad de La Falda, en la provincia de Córdoba.
Miles de turistas lo visitan cada temporada, en visitas guiadas organizadas por la municipalidad local. En su interior, incluso, funcionan actualmente comercios y suelen organizarse espectáculos artísticos en algunos de sus salones.
Pocos, sin embargo, conocen algunas particularidades de su historia, que pasamos a relatar aquí.



Cuentan que todo empezó allá por 1891 cuando un viajero llamado Roberto Bahlke recorre la zona a caballo, queda encantado con el lugar y decide comprar las tierras para levantar un gran hotel.
En 1892, con el apoyo económico del grupo Torquinst -el mismo que participara activamente en la construcción del Club Hotel de Sierra de la ventana-, adquiere 1250 hectáreas de lo que hoy es La Falda, más los cerros aledaños.
La obra comienza en 1895, y el establecimiento se llamó Edén Hotel.
Hacia finales de 1899 quedó inaugurado contando con todas las comodidades y el confort imaginables para la época.


El frente del hotel, en sus años de esplendor


A partir de 1904, cuando el consorcio Torquinst vende las mil hectáreas y todo lo construido, el hotel comienza a pasar por varias manos, hasta caer en poder de unos empresarios alemanes. quienes perfeccionan las instalaciones y agregan nuevos servicios.
Fue entre los años 1912 y 1945 cuando El Edén vivió la época de mayor esplendor.
Sus 100 habitaciones albergaban hasta 250 pasajeros, que disponían de 38 baños. A pesar del lujo, pocas habitaciones contaban con baño privado.
Al igual que otros hoteles de su clase, era prácticamente autosuficiente: contaba con usina, criaderos de animales, huertas, panadería, cámaras frigoríficas, banco, oficina de correos, telégrafo, taller mecánico, herrería, peluquería, sastrería y muchas otras dependencias.
La ropa de cama era desinfectada en salas de esterilización a vapor, y todas estas tareas estaban a cargo de un equipo de 125 personas.
Es decir, un empleado por cada dos huéspedes.
El traslado de los pasajeros estaba a cargo de una flotilla de taxis propia, y la custodia en manos de un cuerpo de policía privada.



El imponente edificio, visto desde el parque


En cuanto a la recreación, los selectos pasajeros podían gozar de su imponente campo de golf de 18 hoyos, o bien participar de las cacerías de zorros que se organizaban a los parques, o de las canchas de tenis iluminadas, o de la pileta de natación, o de la cancha de croquet, o de los conciertos que tenían lugar en los salones...


Uno de los patios internos de los pisos superiores



En este período se alojaron en el Hotel Edén, entre otras personalidades, el poeta nicaragüense Rubén Darío, El Príncipe de Gales, el Duque de Saboya, Albert Einstein, los presidentes argentinos Julio Argentino Roca, José Figueroa Alcorta, entre otros representantes de la nobleza europea e integrantes de distinguidas familias de la sociedad argentina.


Descansando en uno de los balcones...



En 1939, apenas iniciada la guerra, parte de la tripulación del acorazado Graf Spee, hundido en el río de la Plata, es confinada al Edén Hote mientras que otra parte recaló en el Club Hotel de Sierra de la Ventana.
Para finales de la guerra, el Hotel Edén cierra sus puertas.
En 1945 el gobierno argentino incauta el hotel y lo utiliza para confinar a diplomáticos japoneses y sus familias durante dos años, pero luego, hacia 1948, lo devuelve a sus dueños originales.
Nuevamente se suceden cambios de manos, deudas impagables, remates y, finalmente, en la década del ’60 comienza su declinación final, de la que no se repondría jamás.
Fue cerrado y desmantelado.
Hacia 1982 una empresa intentó reflotarlo, pero apenas logró hacerlo funcionar durante ese año.
Luego, otra vez, la desidia, el abandono, la decadencia, que perduran hasta nuestros días.
Dicen los vecinos de La Falda que es muy probable que prospperen algunos proyectos que apuntan a su rescate y puesta en funcionamiento, pero mientras tanto, los fantasmas del pasado serán los únicos huéspedes que se alojen allí por las noches...





Algunas imágenes del Hotel Edén en la actualidad












Créditos:

Algunas imágenes y gran parte de la información publicada en esta entrada las encontré en los siguientes sitios:

http://www.lafalda.gov.ar/principal

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22 de febrero de 2008

El Club hotel de Sierra de la Ventana

Allá por principios de siglo, la Argentina vivía un esplendor que la ubicaba entre las naciones más prometedoras de la tierra.
Una clase dirigente rica, culta, elitista y refinada disfrutaba de su buen pasar y soñaba sueños de grandeza.
Así fue que un grupo de visionarios planeó construir un enorme hotel de lujo en medio de la entonces inhóspita comarca serrana conocidad como "Sierra de la Ventana".
Esta es la apasionante historia de un sueño que terminó bajo las llamas, en una inolvidable noche del año 1983.



Cuentan que allá por los primeros años del siglo XX, el Dr. Félix Muñoz, un famoso especialista en enfermedades respiratorias, encontró en la zona de Sierra de la Ventana un clima tan sano que, supuso, facilitaría la cura de enfermedades de tipo respiratorio y nervioso.
Entusiasmado, le contó su idea de fundar un hotel a su amigo, el dr. Manuel Láinez, dueño de una importante cantidad de tierras en esa zona. Ambos lograron interesar en el proyecto a la compañía británica Ferrocarril del Sud.
El ramal de esta empresa que atravesaba la pampa hacia Bahía Blanca estaba dando por aquel entonces muchas ganancias a los ferrocarriles británicos, de modo que vieron en el proyecto una excelente oportunidad para incrementar aún más el tráfico de pasajeros por esta bella zona.
El 15 de agosto de 1903, entonces, se inauguró la parada de tren que correspondería al hotel, que más adelante sería la estación Sauce Grande y hoy es la estación Sierra de la Ventana.
En 1904, se comenzó a construir este enorme complejo, levantado con ladrillos especialmente fabricados en el lugar por Ernesto Tornquist, ciudadano de Sierra de la Ventana que recientemente había adquirido una máquina de fabricar ladrillos en Checoslovaquia.
Las dimensiones y características del hotel fueron espectaculares.
En cada una de sus dependencias se puso extremo cuidado en los detalles.


El Hotel en funcionamiento, visto desde el parque



Vista de su torre principal



Con una superficie cubierta de 6.400 metros cuadrados, se habían asegurado todas las comodidades: galería solarium, restaurante decorado al estilo Luis XVI, jardín de invierno, salón de fiestas con 150 butacas, 3 salas de casino, un entrepiso usado como night club, 2 peluquerías, una torre mirador con vista panorámica de toda la zona serrana, sala de música para conciertos, una nutrida biblioteca, casino, cancha para deportes hípicos, canchas de golf y tenis, entre otras muchas instalaciones.
Un ramal de trocha angosta acercaba a los pasajeros desde la estación Sierra de la Ventana hasta la puerta misma del hotel.
Los servicios que el hotel necesitaba para funcionar eran inexistentes en la zona, por lo cual el enorme monstruo fue pensado para ser absolutamenter autosuficiente: tenía panadería, granja y huertas propias. Todo lo que los huéspedes consumían era elaborado íntegramente en las instalaciones del hotel. Desde la carne hasta la leche, desde los huevos hasta el pan.
También tenía herrería, carpintería, sala de máquinas, usina, taller mecánico, lavandería, sector de costura y sastrería.
Un verdadero ejército de profesionales de todas las ramas formaba parte de su plantel estable.
“La Maravilla del Siglo”, como lo bautizó Julio Argentino Roca, uno de sus visitantes, supo albergar a lo más selecto de la aristocracia argentina y extranjera de aquellos años.
Entre los invitados a la inauguración oficial, realizada en la memorable noche del 11 de noviembre de 1911, se contaban muchos apellidos y nombres que aún hoy resuenan en nuestros oídos y que bautizaron las calles de la ciudad de Buenos Aires así como también los partidos de casi toda la provincia.
Para llegar a la lejana comarca, los invitados dispusieron de un tren especialmente fletado desde Buenos Aires.
Entre los años 1913 y 1914, los ecos mundiales de grandes depresiones económicas y guerras hicieron que el hotel comenzara a trabajar a pérdidas.
En 1917, la ley prohibió los juegos de azar, y tres años más tarde, los propietarios del Club Hotel (en su mayoría ingleses) dispusieron el cierre del establecimiento y el cese de sus actividades en la zona serrana, así como también del ramal de trocha angosta.
Finalmente, el 30 de noviembre de 1924, el gobierno de la Provincia de Buenos Aires se hizo cargo del hotel con el objeto de instalar allí una colonia de vacaciones para alumnos, docentes y familiares, proyecto que nunca se llevó a cabo.
El hotel, que hasta entonces se había mantenido abandonado pero casi intacto, comenzó a ser saqueado: dicen que los funcionarios provinciales fueron los primeros en hacerse de los valiosos vinos que se almacenaban en sus bodegas.




Una comitiva de funcionarios posa frente al hotel, en el año 1943

En 1939, después del enfrentamiento entre el acorazado alemán Graf Spee y los cruceros británicos Exeter, Achilles y Ajax en el Río de la Plata, los marinos prisioneros fueron trasladados al ex Club Hotel de Sierra de la Ventana, donde permanecieron hasta febrero de 1946.
Durante dos años, el hotel volvió a tener vida y fue restaurado por los internos.
Sin embargo, la partida de los marinos a su país de origen hizo que otra vez el hotel quedara sumido en el olvido y el abandono.






Así se veía el edificio del hotel durante la década de 1970



La última imagen del hotel registrada en el año 1983, antes del incendio.



En la noche del 8 de julio de 1983, cuando sus nuevos propietarios hablaban de un proyecto para volver a ponerlo en funcionamiento y hasta habían comenzado algunas tareas de reacondicionamiento, el hotel apareció envuelto en llamas.
Los vecinos de la comarca vieron azorados y entristecidos como el fuego devoraba años de sueños, ilusiones y trabajo.
Nada ni nadie pudieron evitar que se quemara totalmente.
Aun hoy, hay quienes susurran historias acerca de oscuros negociados en torno a supuestos seguros, y aseguran que el incendio fue intencional.
Los peritajes realizados, sin embargo, hablaron de un rayo que cayó sobre sus tejados en medio de una tormenta.
La maravilla del siglo, el más lujoso de los hoteles del continente, el sueño de un grupo de vicionarios, sólo funcionó durante seis cortos años.
Hoy sus ruinas son, apenas, una curiosidad turística.



Algunas imágenes de las ruinas del hotel, tal como se lo ve en la actualidad.

















Créditos:

Algunas imágenes y gran parte de la información publicada en esta entrada las encontré en los siguientes sitios:

http://www.welcomeargentina.com/paseos/hotel_sventana

http://www.villaventana.com/exclubhotel

http://www.roverclub.com.ar/foro/viewtopic.php?t=4710

Si el o los autores de los mismos considera/n que he violado su derecho de propiedad, no tiene/n más que comunicarse conmigo para pedir su remoción de este blog.